viernes, noviembre 21, 2008

La Silla

Con La Silla se dio a conocer en la literatura de terror
Las situaciones en las que a uno se le puede caer la cara de vergüenza son muy variadas, pero dentro de poco se producirá una que me afectará especialmente y por ello quería darle solución antes de que pasase; algo así como cambiar un futuro próximo por otro alternativo. En esta ocasión la solución es bien fácil, es más, disponía de al menos dos claras opciones para evitar tal bochorno, y al final me he decantado por la más práctica de ellas.
Pero supongo que ahora mismo andáis un poco perdidos, sin entender muy bien a donde quiero llegar; pues tranquilos que enseguida os lo explico.
Dentro de poco, a primeros de diciembre, tendrá lugar la presentación de Día de perros, la tercera novela del escritor de suspense y terror, David Jasso. Allí estaré, si fuerza mayor no lo impide, y espero que me dedique un ejemplar al igual que pasó en las dos ocasiones anteriores. El caso es que sabéis que leo a cuenta gotas, y se me caía la cara de vergüenza presentarme allí sin haber leído alguno de sus libros, ¡más que nada porque somos amigos! Así que en vez de hacer una llamada anónima a la Guardia Civil alertando de un individuo sospechoso en la A 2 sentido Madrid, y que lo retengan el tiempo suficiente como para que suspendan la presentación, he decidido darme un atracón de Jasso y papearme su corta, pero interesante, bibliografía actual.El escritor David Jasso Ahora me encuentro en los primeros lances de Cazador de mentiras, novela escrita a cuatro manos junto a otro nombre puntero en este subgénero que es el terror, Santiago Eximeno, del cual ya he comentado aquí algún libro suyo. Pero acabo de terminar su primera novela, esa que le dio a conocer en este mundillo y que le animó a no bajarse del tren, La Silla, y por eso quiero compartir con vosotros mis impresiones.
Muchos opinan que la verdadera forma de escribir algo creíble es habiéndolo experimentado con anterioridad. Estaréis conmigo que este axioma en el fantástico suele estar bastante complicado, pero el protagonista de La Silla, pese a tratarse de un escritor de novelas de terror, cree conveniente vivir la misma incómoda situación que padecerá la protagonista de su novela, y para ello recurrirá a un sencillo experimento con una simple silla.
Si se te cae una tostada, ten por seguro que ésta aterrizará por el lado que tiene la mantequilla; eso nos dice la famosa Ley de Murphy. Pues si algo puede salir mal, ten por seguro que así saldrá, y Daniel Lonces, el escritor de la novela de Jasso, sabrá muy bien a lo que me refiero pues lo sufrirá en primera persona. Si me atreviese a definir con un par de palabras lo que siente este personaje y su actitud durante dicha odisea, éstas serían desesperación e impotencia, lo mismo que se transmite al lector conforme avanza páginas; una incómoda situación que te hace ansiar el desenlace por la malsana curiosidad de saber como acabará todo. Sus últimas hojas te mantienen pegado al libro, y he de reconocer que me sorprendió gratamente algún que otro aspecto inesperado del final. Le daría un aprobado alto, pero confieso que hay un par de circunstancias en la novela que no me han acabado de convencer.
La primera ha sido echar en falta más diversidad de localizaciones en donde desarrollar la trama. Esto no se lo puedo achacar a David, comprendo que el hilo de la historia marca esta necesidad. Pero estoy acostumbrado a un mayor paisaje en cualquier libro que lea, y no he podido evitar echarlo en falta, lo siento.
La segunda circunstancia se refiere a un tramo, el segundo cuarto más o menos, que me ha parecido un poco tierra de nadie, en el que se prevé lo que va a pasar y en el que no ocurren cosas significativas; como siempre desde mi modesto e inexperto punto de vista.
Pero no quiero que os lleve a error esto último que he dicho. La historia te hace partícipe por lo real e increíble de la situación, y prueba de ello es que acabé de leer el libro a las dos de la madrugada cuando al día siguiente me tenía que levantar a las seis para ir a trabajar, y precisamente no soy de los que padecen insomnio; si eso no es enganchar…
En definitiva, creo que se trata de una primera novela modesta pero efectiva, y que cualquiera que bucee por sus páginas pasará buenos momentos si te gusta tener el corazoncito en vilo.
Cazador de mentiras es más voluminoso, una historia coral como el propio Jasso la ha definido en algunas entrevistas; con más personajes, diferentes situaciones. Cuando la acabe de leer volveré a dejaros aquí mis impresiones, pero hasta que llegue ese día, y por si os pica la curiosidad, os dejo con el booktrailer promocional de La Silla, en el cual podréis apreciar el agobio que las páginas de la novela transmite.
Espero que os sea interesante.

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jueves, noviembre 13, 2008

Unos Doritos indigestos

Uno de los carteles promocionalesde la serie
Estamos de suerte, la cadena Cuatro nos brinda la oportunidad de disfrutar de una de las series de relatos más terroríficos que se haya creado (vale, seguro que he exagerado, pero es que sólo he visto el primero) al otro lado del charco. Y no, no me refiero a los americanos USA, de esos ya tenemos una gran muestra comercial; me refiero a la factoría mexicana.
13 Miedos, o lo que es lo mismo, M13dos, es una serie de trece episodios, estilo de relatos cortos (unos veinte minutillos), que ha contado con la colaboración de grandes cineastas mexicanos como Alfonso Cuadrón y Guillermo del Toro. Existen dos temporadas, no sé si Cuatro las emitirá o sólo se limitará a la primera, pero al menos la iniciativa ya está en marcha. Los jueves ¡Sí, es esta noche!... a la una de la madrugada; vídeos y dvd grabadores que estén preparados. Los emiten de dos en dos, y ya la semana pasada se estrenaron con Intercambio y Motel; Intercambio me ha parecido algo típico, pero no está mal llevado.
Hasta ahora es para disfrutar pasando miedo... Ahora la curiosidad.
En su emisión mexicana, antes de cada episodio, se emitía un anuncio de Doritos ofreciendo el capítulo en cuestión: trece anuncios de un minuto (más o menos) de duración, con el terror de fondo y los Doritos en primer plano, trece anuncios que forman una aventura "light" con doble final alternativo en el último episodio, y donde se tocan prácticamente todos los referentes del terror actual.
Aquí os dejo con todos ellos, incluido el final alternativo. Yo los he encontrado graciosos y currados, así que espero que los disfrutéis.
Doritos 1 a 9

Doritos 10

Doritos 11

Doritos 12

Doritos 13

Doritos 13 Final alternativo

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sábado, noviembre 08, 2008

Zapatero a tus zapatos

Con el relato de hoy finaliza el 2º Ciclo de Micro Mini Cuentos de Preocupante Final, catorce cuentos diversos con los que pretendía conmemorar Halloween 2008. Es cierto que se ha hecho algo largo, tanto para mí como para vosotros. En un principio, y tras el éxito del primer ciclo, pensé que aumentar el número de relatos era lo adecuado, pero teneros tres semanas atentos a cada nueva entrega era mucho pedir, sobre todo en estos tiempos en que todos estamos ocupados, de ahí espero que venga el descenso, tremendo descenso, de los comentarios (más que por un descenso de la calidad o el interés de los cuentos; eso espero). He intentado ser lo más puntual posible y ajustarme al calendario marcado, pero no ha podido ser posible por ciertas circunstancias que muchos ya conocéis. Aun así el retraso general sólo ha sido de un día, y personalmente me encuentro orgulloso de como he llevado adelante esta nueva aventura, aunque eso sí, un poco decepcionado por la respuesta generalizada. Poca gente se habrá leído todas las entregas, por eso no creo oportuno hacer unas votaciones como ocurrió en el primer ciclo, pero sí agradecería algunos correillos comentándome cuales, de los que os habéis leído, os ha gustado más: no suelo saber expresar una opinión objetiva de algo que yo he creado, lo siento. Para quienes no la tengan, mi dirección de correo se encuentra en Mi Perfil.
Nada más, espero que esta última entrega os guste; no creo que sea de las mejores, pero particularmente es una de las que más me gustaron en un principio, por eso la dejé para el final.
Gracias a todos por leeros algunos de estos mini cuentos.

Zapatero a tus zapatos

Llegó a casa cansado y con el ánimo por los suelos. El trabajo en la tienda le asqueaba, todo el día vendiendo botas de plástico y modernas deportivas de sicodélicos diseños no era el concepto de zapatero que había heredado tras varias generaciones de artesanos en su familia; pero al menos era un empleo en unos tiempos que se le antojaban difíciles.
Necesitaba evadirse, bucear un poco en la faceta creativa de su afición, sentirse durante un tiempo un zapatero de verdad. Bajó al sótano, allí se encontraba su taller particular. Había un tragaluz que de día confería una suave iluminación al lugar, pero a las horas que él llegaba debería dejarse los ojos con la pobre luz de una bombilla desnuda. La mayoría de las paredes estaban cubiertas de altas estanterías, y un gran número de zapatos descansaban en sus baldas; calzados de corte clásico, tal y como a él le gustaba confeccionarlo. Se cambió de ropa, se ajustó un mandil de cuero, se colocó sus anteojos, y seleccionó entre todos un juego de zapatos marrones, tan limpios que su cuero pulido relucía como ningún otro; ante todo había que trabajar con comodidad.
Abrió una alacena para hacerse con el material que necesitaba, y se dio cuenta que le quedaba un par de pliegos de cuero curtido; con eso sólo le llegaba para dos juegos, tendría que ir pensando hacerse con más. Desplegó los patrones sobre la mesa de trabajo, estos eran del número cuarenta y tres, el que él usaba. Encendió el flexo, cogió la cuchilla, y empezó.
Cuando trabajaba solía abstraerse tanto que perdía la noción del tiempo, puede que incluso hubiese echado una cabezadita, pero no lo recordaba. Miró el par de zapatos que había creado, salvo esperar a que la cola se secase prácticamente podía darlos por concluidos. Era tarde, pensó que sería mejor irse a descansar un poco; al día siguiente le esperaba otra maravillosa jornada en la tienda. Al levantarse reparó en que sus zapatos ya no estaban pulidos, un barro los cubría casi por completo, y manchas de sangre marcaban el gastado suelo de madera… “Otra vez”, pensó. Abrió la alacena y varios pliegos de pellejo fresco colgaban de los asideros. Desconocía qué había pasado en una noche en la que para él no había ocurrido nada, pero se percató que esta vez alguien había cometido un error; antes de curtir aquel pellejo, debería desechar el trozo que mostraba aquel bonito tatuaje.

Micro mini cuentos anteriores:

Yo me intento bajar en la próxima, ¿y usted?
El buen escritor
Combustión espontánea
Con vistas al lago
Los buenos ilusionistas se cuentan con los dedos de una mano
El relicario
Palomas
Sueño recurrente
El siervo del Diablo
Bomba fétida
El monstruo
Forzado
Paliando el hambre en el mundo

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viernes, noviembre 07, 2008

Paliando el hambre en el mundo

¿Juan?, ¿es Juan, verdad? Me alegra tanto que esté aquí ¿Le importa que le tutee? Como prefiera… No sabe lo que nos alegramos de su elección, no le quepa la menor duda de que es la mejor solución, tanto para usted, como para mucha más gente… ¿Cómo dice? ¿Qué si le puedo enseñar las instalaciones? Por supuesto, faltaría más; y no se preocupe, que no es el primero que prefiere asegurarse antes, venga por aquí. Por favor, a partir de este punto debemos evitar en la medida de lo posible la contaminación del producto, supongo que lo comprenderá, por eso debemos ponernos estas batas… El gorrito, la mascarilla, los guantes, hasta los jodidos patucos están hechos de un material desechable y totalmente reciclable; como ve nos comprometemos con el medio ambiente.
En esta sección… ¡Vaya, otra vez! Espere un momento… Verá, es esta puerta, hemos dado el aviso varias veces pero en la empresa que las instaló, y que nos lleva el mantenimiento, son unos informales; cuando venza la garantía cambiaremos de empresa de mantenimiento… Ya está, pase por favor. Como le decía, tras pasar los exhaustivos controles para comprobar la calidad del material, en esta sección de aquí se procede al deshuese, como puede observar un porcentaje alto de dicho proceso está totalmente automatizado, así evitamos, aparte de molestas salpicaduras, la manipulación directa de un operario minimizando el riesgo de corrupción del producto. Venga, venga a ver esto, es la parte más compleja de todo el proceso, lástima que no podamos verlo paso a paso, pero la liofilización es crucial para el desarrollo final del producto. En estas cámaras se extrae todo el agua que posee, esto hace que el tamaño del cuerpo mengue bastante, así es más fácil manipularlo, usted ya me comprende… ¿Es en ésta…? Sí, en esta cámara se congelan los líquidos para después en esta otra, ¿o era en ésta? Discúlpeme, pero para mí son todas iguales, menos mal que a los operarios no les pasa lo mismo. El caso es que tras la congelación viene una fuerte sublimación, vaporando así el agua…, tenga cuidado con estas tuberías, no se vaya a tropezar. Todo el proceso finaliza en el prensador, donde al producto se le confiere su ya famoso aspecto de bloque alimenticio… Se envasa al vacío, se etiqueta y listo… ¿Sabía usted que siguiendo las instrucciones de hidratación y preparado una familia tipo puede alimentarse durante veinticinco días con uno de estos bloques? Es impresionante.
Espero que haya salido contento con lo que ha visto, si es así podemos ir adelantando el papeleo… ¡Ah, estupendo entonces! En su caso estábamos hablando de dos unidades, ¿correcto? Bien ¿Cómo dice? Sin enfermedades, mejor así, eso simplifica bastante el proceso… Y dígame, ¿cuando ocurrió el fallecimiento? Ah, que sus padres aún están vivos pero que muy pronto se encargará de que tengan un fatal accidente de tráfico… Bueno, lo habitual es que ya estén muertos… Sabe lo que le digo, que no hay problema; además, los accidentados representan nuestro suministro estrella, así que cuando ocurra nosotros nos ocuparemos de todo.
Y ahora, si quiere echarme aquí una firmita…

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jueves, noviembre 06, 2008

Forzado

Entro en casa, la verdad es que no sé bien de donde vengo, pero tampoco me resulta muy extraño, de hecho es lo mismo que el día anterior, igual que la semana pasada o que los últimos meses. Ella está en la cocina, está atenta a un guiso y me saluda con una sonrisa sin moverse del sitio; huele bien, mi esposa siempre ha sido una buena cocinera. Le respondo con otra sonrisa acompañada de un guiño, le hace gracia porque nunca se me dio bien; me pongo nervioso y ella lo sabe. Quiero ir a saludar a los críos pero la voz empieza de nuevo, suave pero con firmeza, una voz a la que es imposible resistirse. Me veo obligado a entrar en la cocina, el cuchillo con que ha cortado la carne aún permanece en la encimera, y la sangre seca adherida a éste excita con mayor frenesí la voz que resuena en mi cabeza; pronto estará manchado de sangre fresca.
Los chicos se encuentran en el salón, la consola les tienen tan absortos que no reparan en las salpicaduras que motean mi camisa. El pequeño sólo se da cuenta de que algo no va bien cuando un chorro de sangre mancha la pantalla del televisor, no se trata de ningún juego, y me mira horrorizado sin comprender porqué su padre lo ha hecho, porqué su adorado padre le quita la vida con un solo movimiento de su brazo. Él jamás lo llegará a comprender, ni yo tampoco… La maldita voz es la responsable.
De pie, el cuchillo se resbala de mis trémulos dedos y cae sobre la moqueta encharcada, me siento débil y ni siquiera tengo fuerzas para acabar con todo; quizá así cesaría la voz, esa misma que ahora me dice que despierte.
Abro los ojos, sin comprender cómo me encuentro en una especie de escenario… ¿De qué se ríe toda esa gente? Aplauden todos, a mi lado un hombre me señala con la mano, sonríe y afirma con gesto de satisfacción como si hubiéramos hecho algo bueno, ¿matar a mi familia es bueno? No los he matado, están ahí, frente a mí, aplaudiendo entre el público, y entonces es cuando recuerdo el espectáculo al que habíamos ido, aquel ilusionista que era capaz de hipnotizarte y hacer suya tu voluntad, y doy gracias por ver que mi familia se encuentra bien, aunque no acabo de entender si aquel hombre me indujo a vivir lo que pasé; no era lógico que la gente aplaudiese eso. Agarro el taburete en el que me encontraba sentado y golpeo con fuerza al hipnotizador en la cabeza, una, dos y hasta tres veces antes de que me sujeten; ahora sí tengo la camisa manchada de sangre y una voz en mi cabeza que me grita ¡Mátale! ¡Mátale!
Lo malo de ahora es que ya no sé diferenciar lo real de la ilusión, y es que en cualquier caso la voz de mi cabeza me sigue hablando sin cesar.

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Adiós sr. Dinosaurio, adiós

El escritor Michael Crichton, fallecido esta semana a los 66 años
En el Desagüe generalmente no suelo hablar de escritores que acaban de fallecer, más queEsfera, una de sus muchas novelas llevadas a la gran pantalla nada porque reconozco no tener el conocimiento necesario de su obra y por lo tanto no lo veo oportuno. Pero el dicho la excepción confirma la regla es acertado en este caso, algo extraño teniendo en cuenta lo poco que leo, y toma cuerpo en la persona de Michael Crichton, escritor al que un cáncer se lo llevó el pasado martes. Si alguien me preguntase sobre mis escritores favoritos, indudablemente él encabezaría la lista.
Que soy de los que leen poco no es nuevo, ya lo he comentado en ocasiones. Prácticamente lo que leo es de género fantástico, más concretamente ciencia ficción, y por eso no es de extrañar que cuando en abril del 93 cayó en mis manos una edición antigua de La amenaza de Andrómeda, la saborease con fruición en el día que tardé en leerla. Me absorbió de tal manera que sustenta mi record personal de lectura de un libro.La amenaza de Andromeda, el primer libro de Crichton que leí, en español, claro Durante su lectura me di cuenta que asociaba lo leído a una película que había visto de niño en la tele de color de unos amigos; resulta que el propio Crichton dirigió la adaptación de dicha novela.
Desde entonces casi me he vuelto un incondicional de sus novelas, y digo casi porque algunas me atraen menos por la temática que trata: Acoso, Sol naciente, Estado de miedo. Pero repasando los libros que he leído de él me he quedado asombrado, diez han sido, y desde luego se trata de otro record personal mío con un mismo autor. La amenaza de Andrómeda, Parque Jurásico, El mundo perdido, Rescate en el tiempo, Esfera, Congo, Devoradores de cadáveres, El gran robo del tren, Punto crítico y Presa; todos ellos leídos y disfrutados.
Muchos de estos títulos han tenido su versión cinematográfica, algunas de ellas dirigidas por un Crichton que también se animó a coguionizar títulos de otros autores afamados como el conocido Robin Cook: La amenaza de Andrómeda, El gran robo del tren, Coma, Runaway, Almas de metal, etc. Presa, nanotecnología peligrosa que se le va de las manos a los científicos; espero verla en cine
Hoy, repasando la bibliografía para este post, me he enterado que Twister también es suya (coguionizada, no sé si ya había novela con anterioridad), así que tomo nota pues aún tengo pendiente por leer, más que nada porque tengo los libros, El hombre terminal, Estado de miedo, Viajes y experiencias y Next, su última novela publicada y, salvo que haya acabado recientemente alguna que aún no se haya publicado, la última de su bibliografía.Next, su última novela, aún no la he leído, pero está en la pila
Buenos momentos me ha hecho vivir este hombre, tanto con palabras como con imágenes, y aunque a todos nos tiene que llegar la hora, siento que la suya haya llegado ya; el tecno-thriller, sin Michael Crichton, nunca será lo mismo.
Adiós sr. Dinosaurio, adiós.

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miércoles, noviembre 05, 2008

El monstruo

Notó de nuevo el derrame fluyendo por su nariz igual que un grifo de agua tibia a medio caudal, manchando las sábanas sobre las que dormía obligándole a incorporarse. No se alarmó, al contrario, dada la frecuencia con que ocurría sabía perfectamente qué tenía que hacer. Cogió un pequeño recipiente de plata que siempre guardaba en uno de los cajones de la mesita de noche, y dejó que su sangre manase hasta llenar éste en la medida de lo posible. Se levantó de la cama, medio bol es lo que había conseguido, podía ser suficiente; no, tendría que serlo. Se acercó a su mesa de dibujo y tomó un papel de densidad adecuada para acuarelas o acrílicos, y con un juego de pinceles inmaculados empezó a dibujar lo que su instinto le dictaba, utilizando para ello su propia sangre como pintura.
Esbozó primero unos huesos que poco a poco conformaron un esqueleto; éste podría confundirse fácilmente con el de un animal, con un cráneo excesivamente ancho y unas extremidades traseras más cortas de lo habitual. Su cuerpo, lejos de aparecer erguido, presentaba cierta inclinación delantera que podría asociarse con el de un gorila, pero de sus costillas dorsales salían unas extensiones que no podían ser más que alas. Empezó a cubrir aquella estructura ósea de músculos y piel, fascinado por el monstruo que sus pinceles estaban dando forma. Contempló su obra una vez acabada, confirmando para sí el aspecto terrorífico que poseía; sonrió. Dejó en remojo los pinceles, se limpió la nariz y volvió a la cama; aún quedaba un par de horas hasta el amanecer, entonces cambiaría las sábanas.
Las primeras luces del día le despertaron. Hacía fresco, y fue entonces cuando se percató de que la ventana estaba abierta y su mesa de dibujo vacía; el monstruo había desaparecido. Aún tumbado en la cama se estiró, ahora podría disfrutar de unos días más de cordura, ¿acaso no eran esos los términos de aquel maldito contrato? ¿No era ese el precio que tenía que pagar por su razón? A estas alturas, que hubiera un monstruo más en la ciudad era lo que ya menos le importaba.

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lunes, noviembre 03, 2008

Bomba fétida

¡Qué precioso día de Navidad! Tal como se esperaba, aquel día no nevó. A sus trece años habría estado bien pasarse el día haciendo muñecos de nieve, lanzarse en trineo por las pendientes del parque y enzarzarse en inocentes guerras de bolas de nieve con los demás chicos del barrio; pero al final las previsiones fueron acertadas y aquel día de Navidad no cayó un solo copo de nieve. Él también había hecho sus previsiones, si llegado el momento no podía hacer todo aquello, se pasaría el día asustando a las chavalas del barrio lanzándoles algunos petardos.
Se afanó en su tarea y se lo pasó de muerte. Muchas se asustaban con un brinco y le insultaban a continuación, provocando en él cierta satisfacción maliciosa por la travesura que acababa de hacer. Otras, en cambio, pese al susto inicial, le correspondían con sonrisas y coqueteos; en tales casos la situación demandaba un acercamiento estratégico para estrechar lazos con las hijas de sus vecinos. Satisfacción, siempre satisfacción.
La mañana llegaba a su fin, debía regresar a casa para la hora de la comida, pero en su camino se topó con un premio inesperado. Aquel grupo de chicas con gorritos y guantes de lana rosa no le caía nada bien, más de una vez se habían metido con él por su forma de ser y en clase había acabado teniendo problemas con los profesores por culpa de ellas; bien, pues ahora disfrutaría de una dulce y maloliente venganza. De su bolsillo sacó una pequeña cajita, de ésta su pequeña joya; una estupenda bomba fétida heredada directamente de las pertenencias de su abuelo. Se acercó a ellas y la hizo estallar con fuerza contra el suelo… ¡Qué fracaso! De nuevo tendría que soportar las burlas de aquellas jovencitas; había pasado tanto tiempo desde que la adquirió su abuelo que su efecto no se dejó notar, una nota amarga en un día perfecto.
Durante la comida empezó a sentirse mal, la cabeza le dolía bastante y no descartaban que tuviese fiebre. Un par de horas más tarde los dolores se extendieron por todo el cuero, pero donde más los sentía era en el cuello, los brazos y las piernas. Cuando llegaron al hospital, su cuerpo ya presentaba oscuras manchas en su piel. Le llevaron a una sala de aislamiento, o eso le habían dicho, porque cuando llegaron aquel lugar estaba lleno de personas con sus mismos síntomas. Entre ellas distinguió a una de aquellas chicas que tanto se habían mofado de él, agonizaba entre escalofríos y espasmos de dolor. Vio como seguía llegando gente y recordó como sus padres habían empezado también a encontrarse mal mientras le llevaban al hospital; entonces se dio cuenta de que iba a morir.
Pensó en su abuelo, aquel médico conocido por todos por erradicar varias enfermedades, y se preguntó horrorizado si después de todo “Peste” no era lo mismo que “Fétida”.

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