miércoles, noviembre 05, 2008

El monstruo

Notó de nuevo el derrame fluyendo por su nariz igual que un grifo de agua tibia a medio caudal, manchando las sábanas sobre las que dormía obligándole a incorporarse. No se alarmó, al contrario, dada la frecuencia con que ocurría sabía perfectamente qué tenía que hacer. Cogió un pequeño recipiente de plata que siempre guardaba en uno de los cajones de la mesita de noche, y dejó que su sangre manase hasta llenar éste en la medida de lo posible. Se levantó de la cama, medio bol es lo que había conseguido, podía ser suficiente; no, tendría que serlo. Se acercó a su mesa de dibujo y tomó un papel de densidad adecuada para acuarelas o acrílicos, y con un juego de pinceles inmaculados empezó a dibujar lo que su instinto le dictaba, utilizando para ello su propia sangre como pintura.
Esbozó primero unos huesos que poco a poco conformaron un esqueleto; éste podría confundirse fácilmente con el de un animal, con un cráneo excesivamente ancho y unas extremidades traseras más cortas de lo habitual. Su cuerpo, lejos de aparecer erguido, presentaba cierta inclinación delantera que podría asociarse con el de un gorila, pero de sus costillas dorsales salían unas extensiones que no podían ser más que alas. Empezó a cubrir aquella estructura ósea de músculos y piel, fascinado por el monstruo que sus pinceles estaban dando forma. Contempló su obra una vez acabada, confirmando para sí el aspecto terrorífico que poseía; sonrió. Dejó en remojo los pinceles, se limpió la nariz y volvió a la cama; aún quedaba un par de horas hasta el amanecer, entonces cambiaría las sábanas.
Las primeras luces del día le despertaron. Hacía fresco, y fue entonces cuando se percató de que la ventana estaba abierta y su mesa de dibujo vacía; el monstruo había desaparecido. Aún tumbado en la cama se estiró, ahora podría disfrutar de unos días más de cordura, ¿acaso no eran esos los términos de aquel maldito contrato? ¿No era ese el precio que tenía que pagar por su razón? A estas alturas, que hubiera un monstruo más en la ciudad era lo que ya menos le importaba.

Micro mini cuentos anteriores:

Yo me intento bajar en la próxima, ¿y usted?
El buen escritor
Combustión espontánea
Con vistas al lago
Los buenos ilusionistas se cuentan con los dedos de una mano
El relicario
Palomas
Sueño recurrente
El siervo del Diablo
Bomba fétida

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2 Comentarios:

At 05 noviembre, 2008 22:45, Blogger Thiago dijo...

He caído por aquí de casualidad. Me ha gustado mucho el cuento, muy inquietante... Tiene un toque muy de Lovecraft!

No me gustaría encontrarme con el monstruo escapado de tu cuento en la ciudad una noche de luna llena...

Saludos.

 
At 06 noviembre, 2008 17:19, Blogger Orfideon dijo...

Gracias Thiago por pasarte por el Desagüe y participar en este ciclo de micro mini cuentos conmemorativo de Halloween con tu comentario. Sí, la verdad es que éste es de lo más Lovecraftniano, pero en todo el ciclo hay bastante diversidad, te invito a que te des una vueltecita por ellos y si quieres a dejar tus opiniones que aquí siempre son bien recibidas.
Un saludo.

 

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