jueves, octubre 30, 2008

Sueño recurrente

Él está ahí, sé que sólo es un sueño, pero está delante de mí.
Nunca suelo soñar con payasos, no me gustan desde que una vieja película me hizo cambiar la opinión que tenía sobre ellos. Ahora tengo uno frente a mí, me mira con unos grandes ojos inyectados en sangre; me observa con cierta satisfacción, igual que un lobo eligiendo una pobre oveja en un gran rebaño. Su boca, orlada de pequeños dientes afilados, se extiende hasta lo imposible en una macabra sonrisa, y su mano, enguantada, sostiene una hoz llena de herrumbre rojiza.
Sé que es un sueño, últimamente siempre es el mismo; pero él está ahí, frente a mí. Se acerca a mi cama, débilmente iluminado por la luz de la noche, y yo me quedo inmovilizada por el pánico, muda por el nudo que se forma en mi garganta y que no me deja gritar. Veo con impotencia como se acerca, y aunque quiero huir de ahí mi cuerpo no quiere hacerme caso; sí, sé que sólo se trata de un sueño, de una horrible pesadilla, pero es tan real. Él ya está aquí, justo a mi lado, levantando un amenazador brazo y descargando con fuerza el primer golpe de hoz, una hoja maldita que me abre el pecho y me permite ver mi propio corazón aún bombeando sangre por mis arterias sesgadas… Quien afirmó que en los sueños no se sentía el dolor se equivocaba de lejos. De nuevo la amenaza de un segundo envite, ahora la herrumbre ha quedado cubierta por mi sangre, una sangre que salpica su cara de payaso cuando me abre otro surco en el pecho, ¡Dios, cómo duele! Su tercer golpe me separa de un solo tajo la cabeza del cuerpo mientras ríe histriónicamente de satisfacción. Y es entonces cuando despierto. Me siento sofocada, dando gracias porque sólo es sudor lo que empapa las sábanas, e intento convencerme de que todo ha sido un sueño, una jodida y puta pesadilla… ya que él está ahí.

Micro mini cuentos anteriores:

Yo me intento bajar en la próxima, ¿y usted?
El buen escritor
Combustión espontánea
Con vistas al lago
Los buenos ilusionistas se cuentan con los dedos de una mano
El relicario
Palomas

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2 Comentarios:

At 31 octubre, 2008 01:02, Anonymous Anónimo dijo...

¿Pero todavía te quedan más? Qué te hemos hecho los pobres lectores del desagüe para que nos aterrorices así.
Vuelvo ha decirlo: me gusta cómo escribes, pero me temo que no me llegan a sorprender los finales porque al ser todos seguidos es más facil imaginarlos (o porque mi mente puede parecerse a la tuya más de lo que yo quisiera). De todas formas sigo esperando el siguiente.
Ya he hablado con Sonia y me ha dicho que no la has llevado a ninguna cabaña apartada. Poco romantico por tu parte, pero más seguro para ella.
P.D.: El cacharro éste sigue sin dejarme poner que soy El Gordo.

 
At 31 octubre, 2008 09:52, Blogger Orfideon dijo...

Sí hijo, quizá el ciclo es demasiado largo, aún queda toda la semana que viene, catorce en total; la próxima vez intentaré seleccionar y dejarlo en diez, así no se hace tan largo para vosotros y lo saboreáis mejor. ¿Previsible? Algunos sí pueden serlo (vale, la mayoría), pero si entre todos encuentras algunos que te sorprendan, lo disfrutarás más. El relato de hoy, El siervo del Diablo, dudo que adivines el final, pero si es así... ¡Tío, estás tan enfermo como yo! Ja, ja, ja...
Un saludo muchacho, y gracias por tus opiniones, todo comentario es bien recibido. ;-)

 

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