jueves, octubre 23, 2008

Combustión espontánea

Se dejó caer frente al televisor, sobre aquel sillón de roída tapicería en el que tan a gusto se sentía. La noche había sido dura y se encontraba agotado. Se descalzó ignorando los cordones de sus zapatillas y echó mano al bolsillo de su camisa en busca de un reconfortante pitillo. Buscó sus cerillas, tanteó todos los bolsillos de su ropa, pero no las encontró; le pareció extraño pues siempre llevaba una caja encima, pero quizá había utilizado la última sin darse cuenta; una noche larga y llena de trabajo. Tenía calor, seguramente por el cambio de temperatura tras llegar a casa en plena noche de diciembre. Abrió una de las latas de cerveza que había tenido la previsión de dejarse cerca; pequeñas gotas de espuma salpicaron sus dedos, notando su frescor. Le dio un sorbo, ¡que bienvenida era! El segundo trago la dejó a un tercio de su capacidad, aun así seguía agotado y sintiendo calor. Se levantó con desgana y abrió la ventana, el frío del exterior lo inundó todo golpeándole con saña, pese a ello empezó a sentirse como en una sauna. Los vasos de agua parecían un remedio estéril pues tampoco conseguían calmarlo, así que se dirigió al lavabo y a la desesperada metió la cabeza bajo el grifo con la esperanza de refrescarse por fin; pero el agua fría parecía volverse templada al contacto con su cuerpo; que extraño, ¿fiebre quizá? Las gotas de sudor que perlaban su piel no parecían refrigerarle y poco a poco empezó a sentir un ardor en sus tripas, una quemazón que se extendía rápidamente hasta sus pulmones ¡Dios, qué dolor! Se dio cuenta que lo que antes era vaho ahora se había convertido en algo denso, más oscuro…, humo. Asustado volvió a beber, pero ahora la misma agua que pretendía calmarle se convertía en vapor nacido de su interior.
¿Por qué lo hiciste?
La voz que oyó a su espalda le estremeció aun más que el dolor que sentía. Aquella voz gutural, ronca, parecía casi infrahumana. Se giró y se encontró con la horrenda visión del cuerpo calcinado de una mujer, de pie, mirándole fijamente, hablándole.
¿Por qué has tenido que quemar mi casa? ¿Por qué a mis hijos? ¿Por qué a mí?
Y fue tras aquellas preguntas que el fuego surgió enérgicamente desde sus entrañas para devorarle sus vísceras y acabar dolorosamente con todo su ser.
Junto a su cuerpo, inmaculado por fuera, consumido por dentro, sólo se encontró una pequeña caja de cerillas… usadas.

Micro mini cuentos anteriores:

Yo me intento bajar en la próxima, ¿y usted?
El buen escritor

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6 Comentarios:

At 23 octubre, 2008 11:46, Blogger J. dijo...

es bastante angustioso, el hombre con esa sed..te apiadas de él..hasta el final, que no..

por otro lado, al final aparecieron las cerillas, mira tu por dónde ^^

¿eran las cerillas con las que quemó la casa de la mujer y por eso no las encontraba?

¿:-)

 
At 23 octubre, 2008 13:52, Blogger Orfideon dijo...

Como todos tiene su toque sobrenatural. Efectivamente, las cerillas son las mismas con la que quema la casa de la mujer con ella y sus hijos dentro, es un poco a lo castigo divino: eres un pirómano que quemas a la gente hasta que una de tus víctimas clama venganza; que lo pasas mal, jódete, que tus víctimas lo pasaron peor.
Gracias por opinar J., aún te quedan once más ;-))
Un saludo.

 
At 23 octubre, 2008 20:06, Anonymous Anónimo dijo...

me ha gustado no me queda claro quien era la madre si actuaba como su mujer... o tal vez como la madre naturaleza que demandaba retornar lo que fue suyo madera y fósforo para el caso de las cerillas o cebada y aluminio en caso de la lata de cerveza..., como muchas cosas en la vida pueda estar sujeto a interpretaciones...

 
At 23 octubre, 2008 23:01, Blogger Orfideon dijo...

Que es la Madre Naturaleza la que viene a reclamar la cebada y el aluminio de la lata de cerveza es una de esas interpretaciones que no se me habría pasado por la cabeza en muuuucho tiempo; pero oye, aquí todo vale, y como todo es relativo, si le quieres dar esa aceptación, estupendo.
Bienvenido al Desagüe Mytemptation, tu opinión ha sido, cuanto menos, interesante. Espero volver a verte de nuevo por estos lares.
Un saludo.

 
At 24 octubre, 2008 00:06, Anonymous Anónimo dijo...

Después de los años que hace que te conozco (taitantos) sigo asustándome por cómo funciona esa masa viscosa y pustulenta a la que llamas "cerebro". Pero lo peor de todo es que me gustan tanto estos tres microminirrelatos (o como los llames) como lo que ya había tenido el dudoso honor de leer con anterioridad. Espero que nadie sepa quién soy, porque después de varias semanas sin entrar en el desagüe ahora estoy deseando leer tu próxima diarrea mental.
A pesar de todo un abrazo (sin que nadie lo sepa).
P.D.: soy El Gordo, pero este cacharro no me a dejado ponerlo.

 
At 24 octubre, 2008 10:30, Blogger Orfideon dijo...

¡Heyyy, amigo Gordo, ya te echaba de menos en este ciclo! No te preocupes si estás deseando leer el siguiente, un estudio dice que en vez de llevar un niño dentro, todos llevamos un maníaco sociópata homicida en nuestro interior... Sólo has de dejarlo aflorar ;-))
¿Que mi cerebro tiene cagalera mental? Espera a leer el de hoy.
Un abrazo, majete.

 

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