sábado, febrero 16, 2008

Asura

La ilustración de la portada es de Daniel Pascual
Cuando acabo de leer un libro, me suele pasar una de dos cosas: o me ha gustado mucho y me siento animado a continuar con otro, o me apetece cambiar de tercio y dejo la lectura tan arrinconada como los libros que me faltan por leer. Esto ocurre, como ya he dicho en alguna ocasión, porque no me considero un lector nato; leo casi por obligación, aunque sea yo mismo quien me obligue. La pereza, unida a mis otras aficiones, es la responsable de esta situación; lo sé, y lo acepto.
Pero hacía mucho que no me leía un libro, y tras El Cadáver Alegre me apetecía continuar con algo más. Deseché mi primera decisión relegando Sangre y Rosas a otro momento, y me metí de lleno con Asura.
Personajes de oscuro pasado e incierto presente se dan cita en un Madrid futurista donde una gran nube de polución obliga a respirar a través de filtros. Una serie de misteriosos asesinatos es el arranque de esta historia bien llevada por uno de los escritores españoles surgido en los últimos años, amigo de la fantasía oscura y de la mitología, Santiago Eximeno. Pero…, ¿qué es Asura y qué relación puede tener con el Madrid del futuro? En la ribera del Manzanares, a los pies del Calderón (sí, el estadio de fútbol), un asentamiento hindú da origen con el tiempo a una copia malsana de la ciudad santa de Benarés, en la India; una especie de macro gueto conocido por todos como la réplica. Las costumbres, las religiones, los nombres y hasta las adicciones han cambiado, convirtiéndose en una zona tremendamente turística, a la vez que peligrosa. La representación y el culto a los dioses de la mitología hindú es constante, y Asura es uno de los que no podía faltar.
La manipulación genética y los implantes biotecnológicos están presentes en toda la obra, y eso es precisamente lo que le da el sabor a ciencia ficción, ya que en definitiva no deja de ser un caso policiaco con huida y persecución durante gran parte de su desarrollo.
Me ha gustado, su descripción de las escenas “traumáticas” es más que adecuada. Pero conociendo los gustos personales del autor, y parte de su obra, me esperaba algo más terrorífico que me hiciese erizar el vello.
Bueno, ocasiones seguro que no faltarán.

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