He estado navegando... en el Mediterráneo

Se puede decir más alto pero no más claro. Como si de un grupo de curtidos marineros se tratase, unos cuantos amigos alquilamos el fin de semana pasado un velero de doce metros y nos fuimos a navegar por el Mediterráneo.
Hombre, ya sé que dicho así suena a lo que fue, una verdadera pasada, pero como no es algo que haga habitualmente voy a contaros más o menos como se llegó a ello.
Para empezar todo viene de una ilusión, la de uno de nosotros por patronear su propio velero en una regata, a la postre ésta suspendida. Pero si ya habíamos hecho los planes… ¿Por qué deshacerlos? Lo bueno para todos era la experiencia en sí de navegar en un velero acompañado de los amigos de toda la vida, y para eso ya no hacía falta la excusa de la competición.

Hombre, ya sé que dicho así suena a lo que fue, una verdadera pasada, pero como no es algo que haga habitualmente voy a contaros más o menos como se llegó a ello.
Para empezar todo viene de una ilusión, la de uno de nosotros por patronear su propio velero en una regata, a la postre ésta suspendida. Pero si ya habíamos hecho los planes… ¿Por qué deshacerlos? Lo bueno para todos era la experiencia en sí de navegar en un velero acompañado de los amigos de toda la vida, y para eso ya no hacía falta la excusa de la competición.

Pero una embarcación de estas características no se puede manejar así como así, el paso previo era sacarse el título de Patrón de Embarcación de Recreo, cosa que ya había hecho nuestro ilusionado amigo Gonza. Durante el curso entabló amistad con Rafa, otro apasionado en esto del navegar que nos acompañó en nuestra pequeña aventura (menos mal, porque al menos así habían dos personas que sabían, y tres que no tenían ni puñetera idea). El siguiente paso fue alquilar el “bicho”, algo que sumado al fin de semana no es barato, pero que al final nos salió mejor de lo que esperábamos y oye, que un esfuercillo de vez en cuando y por una buena causa... Por último, lo único que nos faltaba era reunirnos en el lugar adecuado para tal locura, el puerto deportivo de Denia. Aquí la pena fue que uno de nosotros no pudo ir; se le echó de menos y estoy seguro que habría disfrutado como un niño…, más o menos como nosotros. 

No quiero extenderme tampoco en lo que hicimos durante esos dos días, pero mola contar eso de que salimos con un tiempo estupendo el sábado y volvimos navegando a vela con casi cuarenta nudos de viento (unos 74 Km/h), ahí es nada para unos novatillos, escorados hasta tal punto que la regala (borde perimetral de la cubierta) se hundía en la superficie. Ese día fue el más tenso a la hora de navegar, aún estábamos asimilando las maniobras para extender, recoger y cambiar el sentido de las velas Mayor y Génova cuando nos pilló los cambios de viento con olas encontradas en diferente dirección; vamos, todo un señor bautismo de agua. Como es normal en estos casos, los tres “tripulantes” disfrutábamos de aquello como si fuese lo más normal del mundo, mientras los dos “patrones” tomaban conciencia del follón en el que nos habíamos metido. Al final la travesía acabó con todos emocionados y un cabo de la Génova partido como consecuencia del vendaval al que nos vimos sometidos.


Las previsiones para el domingo no fueron buenas, de hecho amaneció con viento; pero después la cosa cambió. Pudimos navegar, eso sí, esta vez casi todo a motor por aquello de no forzar la vela cuyo cabo no había sido aún reparado. Fondeamos, comimos, y regresamos con viento pero sin escorarnos.
Como ya he dicho, una experiencia estupenda.
Como siempre, en estos viajes suelen haber anécdotas, y aunque las de éste nos la reservemos para nosotros, os voy a dar un pequeño consejo muy, muy útil que entenderéis enseguida: atad siempre un cabo a la pasarela, nosotros lo hicimos… con la segunda.

Como ya he dicho, una experiencia estupenda.
Como siempre, en estos viajes suelen haber anécdotas, y aunque las de éste nos la reservemos para nosotros, os voy a dar un pequeño consejo muy, muy útil que entenderéis enseguida: atad siempre un cabo a la pasarela, nosotros lo hicimos… con la segunda.

Muy buenos momentos nos quedan para el recuerdo, muchos años de amistad se reunieron en el Corcho VIII, el Corchocho como le llamábamos; muchas fotos y mucho vídeo que quiero compartir con vosotros. Algunas fotos ya las estáis viendo, y como el vídeo es largo de narices, he hecho un pequeño montaje condensando los dos días de travesía, para que veáis lo que se hace en un velero.


Y por último, David, que no pudo ir al final, nos dedicó un cariñoso fotomontaje al que me permití la licencia de hacerle unos cambios que él comprenderá perfectamente; el suyo quedaba mucho mejor de todas formas.
Que lo disfrutéis.
Que lo disfrutéis.
Etiquetas: Eventos, Montaje vídeo, Viajes