Un día en el Tajo
A estas alturas puede que hasta haya gente que eche de menos “algo” en este blog, poca, pues prácticamente todo el que por aquí pasa ya sabe que este año no ha podido ser. ¿De qué estoy hablando? Se preguntará el resto. Contestarles que debería haber, y no hay, el enlace a un nuevo y loco proyecto: una barcaza para el Descenso Pirata del Tajo de este año.
Esta vez no ha podido ser. La idea de lo que quería hacer la tenía en la cabeza, pero la pereza pudo más y los días de vacaciones y relax se antepusieron al estrés y a las prisas por acabar a tiempo. Ésta iba a ser del tamaño máximo permitido según las bases, seis por tres metros, quizá excesivamente grande para mis posibilidades; pero ya me conocéis. Con la relajación llegó el momento en que su construcción se hacía demasiado complicada para el tiempo que quedaba; sin problemas, se cambia el diseño hacia una menos complicada y laboriosa… Pues ni con esas, al final la barcaza quedó fondada en el astillero virtual de mi cabeza y a cambio hemos podido disfrutar de unas relajadas vacaciones; además, como grata consecuencia, tenemos un salón comedor en vez de un taller en casa.

Pero el hecho de no participar no quería decir que no fuéramos a verlo, y así saludar a los compis piratas, cotillear sus barcazas y, como no, sufrir más mono que los que se pueden ver en Gibraltar. Pero en fin, habrá más oportunidades y un descansito no venía nada mal.
El pasado 7 de septiembre fue el día elegido para la ocasión, hizo bueno y el número de visitantes fue elevado, así que las condiciones para los piratillas eran más que favorables.
No es lo mismo participar que verlo desde el burladero, eso os lo puedo asegurar; el tiempo pasa más tranquilo y puedes ser más objetivo a la hora de analizarlo todo. Yo observé cuatro cosas que podrían resumir lo que fue el Descenso de este año, siempre desde mi punto de vista.
No es difícil darse cuenta que tras el éxito la edición pasada de una libélula hecha de porexpán, el uso de este material se ha extendido tanto como elemento artístico como sistema de flotación, ya sea directamente o como complemento de éste; había más aunque no mucho, pero por ahí se empieza.
Otra cosa que ha ocurrido es que tras la polémica participación el año pasado de una embarcación a motor, Tornado, este año ya han sido varias las que han comulgado con el mismo método; al respecto yo tengo mi propia opinión.
Vale que me he enganchado al Descenso en las últimas ediciones y que por lo tanto carezco de esa tradición que muchos ribereños han vivido, no me importa que haya novedades en las tradicionales normas de este evento, por eso mismo estoy a favor de utilizar motores siempre que el presupuesto y las circunstancias lo permitan. Mayor estética equivale a mayor espectacularidad, y mayor espectacularidad se traduce en una mayor afluencia de público, y si de esta manera se consiguen resultados que de la forma tradicional dejarían mucho que desear, bienvenidos sean los cambios; la evolución forma parte de la vida, y en la historia del Descenso entramos en época de cambios. El ejemplo de esta edición que mejor define todo lo dicho es “Por arriba, por abajo, un gran Blanco en el Tajo”, un estupendo tiburón al que le quedarían bastante mal un par de remos en lugar de aletas.

Y ya que hablamos de este escualo de cartón, voy con la tercera cosa que he notado este año.
Normalmente, en todos los descensos que he visto (o participado), se suele diferenciar bien las barcazas que simplemente son construidas con el ánimo de participar, sin pretensiones de obtener buenos premios, de las que además de participar por el simple hecho de hacerlo, están curradas y enfocadas a aspirar a uno de los premios gordos, siempre y cuando el jurado lo permita. Mucha dedicación, mucho tiempo libre invertido con el simple fin de darle el mejor acabado para sorprender y gustar a la gente. Pues bien, yo diría que este año la calidad ha mejorado la de ediciones anteriores, con barcazas como la del tiburón ya mencionada, o la de “Rescate en el Tajo”, “Naturaleza viva”, “Fuerte marejada y tripulación mareada”, y otras muchas llenas de imaginación y un buen hacer; yo diría que este año se han superado, mi sincera enhorabuena a todos los participantes… Lástima de no haberos acompañado por las aguas del Tajo esta vez.
El pasado 7 de septiembre fue el día elegido para la ocasión, hizo bueno y el número de visitantes fue elevado, así que las condiciones para los piratillas eran más que favorables.
No es lo mismo participar que verlo desde el burladero, eso os lo puedo asegurar; el tiempo pasa más tranquilo y puedes ser más objetivo a la hora de analizarlo todo. Yo observé cuatro cosas que podrían resumir lo que fue el Descenso de este año, siempre desde mi punto de vista.
No es difícil darse cuenta que tras el éxito la edición pasada de una libélula hecha de porexpán, el uso de este material se ha extendido tanto como elemento artístico como sistema de flotación, ya sea directamente o como complemento de éste; había más aunque no mucho, pero por ahí se empieza.
Otra cosa que ha ocurrido es que tras la polémica participación el año pasado de una embarcación a motor, Tornado, este año ya han sido varias las que han comulgado con el mismo método; al respecto yo tengo mi propia opinión.
Vale que me he enganchado al Descenso en las últimas ediciones y que por lo tanto carezco de esa tradición que muchos ribereños han vivido, no me importa que haya novedades en las tradicionales normas de este evento, por eso mismo estoy a favor de utilizar motores siempre que el presupuesto y las circunstancias lo permitan. Mayor estética equivale a mayor espectacularidad, y mayor espectacularidad se traduce en una mayor afluencia de público, y si de esta manera se consiguen resultados que de la forma tradicional dejarían mucho que desear, bienvenidos sean los cambios; la evolución forma parte de la vida, y en la historia del Descenso entramos en época de cambios. El ejemplo de esta edición que mejor define todo lo dicho es “Por arriba, por abajo, un gran Blanco en el Tajo”, un estupendo tiburón al que le quedarían bastante mal un par de remos en lugar de aletas.

Y ya que hablamos de este escualo de cartón, voy con la tercera cosa que he notado este año.
Normalmente, en todos los descensos que he visto (o participado), se suele diferenciar bien las barcazas que simplemente son construidas con el ánimo de participar, sin pretensiones de obtener buenos premios, de las que además de participar por el simple hecho de hacerlo, están curradas y enfocadas a aspirar a uno de los premios gordos, siempre y cuando el jurado lo permita. Mucha dedicación, mucho tiempo libre invertido con el simple fin de darle el mejor acabado para sorprender y gustar a la gente. Pues bien, yo diría que este año la calidad ha mejorado la de ediciones anteriores, con barcazas como la del tiburón ya mencionada, o la de “Rescate en el Tajo”, “Naturaleza viva”, “Fuerte marejada y tripulación mareada”, y otras muchas llenas de imaginación y un buen hacer; yo diría que este año se han superado, mi sincera enhorabuena a todos los participantes… Lástima de no haberos acompañado por las aguas del Tajo esta vez.


Bien, ahora llegamos al cuarto punto, el jurado.
Comprendo que la opinión de éste no puede ser totalmente objetiva, de hecho los participantes intentan influir en él mediante distintas triquiñuelas; si alguno se gana la simpatía de uno de sus miembros algo que ganas cara a la votación final. También comprendo que el nivel de este año les haya podido poner en un serio aprieto a la hora de escoger el orden de premiados. Pero como ocurrió el año pasado con la sorpresa de la libélula, que no alcanzamos a entender si fue por lo original (no se trataba de una barcaza al uso) o que les cayó simpática, éste año creo que tampoco han estado acertados con el orden de algunos participantes. Ojo, ahora soy yo el que puede parecer poco objetivo. Pero aunque está claro que yo me guío por mis gustos, he coincidido con más gente de que el orden podría haber sido diferente.
No voy a dar mi “lista ideal”, no es mi intención desprestigiar a unos para alabar a otros, pero sí me gustaría poner un par de ejemplos de ¿Injusticias? Bueno, quizá esa palabra la aplique con demasiada ligereza; esfuerzo no recompensado sería un término más apropiado.
Era sencilla, quizá no muy elaborada pero sí con bastantes elementos identificativos. Aunque sólo fuese por la estética, la sirena creando ambiente y las luces de policía (que a saber de qué coche salieron), los chicos de “CSI del Tajo” se merecieron al menos uno de los premios menores… Recuerdo que hubo diecinueve premios para veinticinco participantes.
El siguiente caso puede no ser tan claro ya que nos movemos en los premios de mayor peso. “Fuerte marejada y tripulación mareada” se trataba de una embarcación, nunca mejor dicho, original y muy currada. Alguno puede decir que simplemente era un pesquero, sí, pero el detalle del hielo rodeándolo hacía mucho, además de estar repleto de pequeños detalles que creo el jurado no supo apreciar. Para bordar el conjunto descubres que contaba con el movimiento de vaivén propio de estos barquitos en alta mar…Puede que para algunos el octavo puesto sí recompensase el esfuerzo tanto físico como imaginativo y el buen acabado, pero yo creo sinceramente que habría merecido alguno más por encima.

Del resto cambiaría algunas cosas, pero eso me lo guardo para mí que tampoco quiero ser pesado. El año que viene el Descenso cumplirá su edición número treinta, un buen momento para que el ayuntamiento de Aranjuez se plantee el aumento, si no de la cuantía de los premios, sí la cuantía de las subvenciones, escasa en la mayoría de las barcazas. Independientemente de ello será un buen año para participar y pugnar por ese título de Pirata Mayor que se le concede a quien se lleva el gato al agua. Un buen año para ilusionarse por una tercera participación, un buen año para estresarse por no acabar la barcaza a tiempo, un buen año para hacer realidad lo que sólo son garabatos en mi cabeza, un buen año para… Pero para eso aún queda mucho, y en verdad espero que antes de ese enlace a la construcción de una nueva barcaza aparezca el de un nuevo trasto loco con el que defender título por segundo año consecutivo.
Pero incluso para eso queda aún mucho tiempo.
Comprendo que la opinión de éste no puede ser totalmente objetiva, de hecho los participantes intentan influir en él mediante distintas triquiñuelas; si alguno se gana la simpatía de uno de sus miembros algo que ganas cara a la votación final. También comprendo que el nivel de este año les haya podido poner en un serio aprieto a la hora de escoger el orden de premiados. Pero como ocurrió el año pasado con la sorpresa de la libélula, que no alcanzamos a entender si fue por lo original (no se trataba de una barcaza al uso) o que les cayó simpática, éste año creo que tampoco han estado acertados con el orden de algunos participantes. Ojo, ahora soy yo el que puede parecer poco objetivo. Pero aunque está claro que yo me guío por mis gustos, he coincidido con más gente de que el orden podría haber sido diferente.
No voy a dar mi “lista ideal”, no es mi intención desprestigiar a unos para alabar a otros, pero sí me gustaría poner un par de ejemplos de ¿Injusticias? Bueno, quizá esa palabra la aplique con demasiada ligereza; esfuerzo no recompensado sería un término más apropiado.
Era sencilla, quizá no muy elaborada pero sí con bastantes elementos identificativos. Aunque sólo fuese por la estética, la sirena creando ambiente y las luces de policía (que a saber de qué coche salieron), los chicos de “CSI del Tajo” se merecieron al menos uno de los premios menores… Recuerdo que hubo diecinueve premios para veinticinco participantes.
El siguiente caso puede no ser tan claro ya que nos movemos en los premios de mayor peso. “Fuerte marejada y tripulación mareada” se trataba de una embarcación, nunca mejor dicho, original y muy currada. Alguno puede decir que simplemente era un pesquero, sí, pero el detalle del hielo rodeándolo hacía mucho, además de estar repleto de pequeños detalles que creo el jurado no supo apreciar. Para bordar el conjunto descubres que contaba con el movimiento de vaivén propio de estos barquitos en alta mar…Puede que para algunos el octavo puesto sí recompensase el esfuerzo tanto físico como imaginativo y el buen acabado, pero yo creo sinceramente que habría merecido alguno más por encima.

Del resto cambiaría algunas cosas, pero eso me lo guardo para mí que tampoco quiero ser pesado. El año que viene el Descenso cumplirá su edición número treinta, un buen momento para que el ayuntamiento de Aranjuez se plantee el aumento, si no de la cuantía de los premios, sí la cuantía de las subvenciones, escasa en la mayoría de las barcazas. Independientemente de ello será un buen año para participar y pugnar por ese título de Pirata Mayor que se le concede a quien se lleva el gato al agua. Un buen año para ilusionarse por una tercera participación, un buen año para estresarse por no acabar la barcaza a tiempo, un buen año para hacer realidad lo que sólo son garabatos en mi cabeza, un buen año para… Pero para eso aún queda mucho, y en verdad espero que antes de ese enlace a la construcción de una nueva barcaza aparezca el de un nuevo trasto loco con el que defender título por segundo año consecutivo.
Pero incluso para eso queda aún mucho tiempo.
Y ahora, siqueréis echar una ojeada a algunas fotos no tenéis mas que pinchar aquí.