Día de chuchos

El muy pasado ya 23 de enero se presentaron en la librería Estudio en Escarlata de Madrid dos libros que tenía bastantes ganas de leer, Día de perros y Bebés jugando con cuchillos; el primero de David Jasso y el segundo de Santiago Eximeno. Allí estuvimos, en una presentación conjunta donde pudimos charlar con amigos que son difíciles de ver, entre ellos los propios autores. También, obviamente, pudimos ampliar nuestra biblioteca particular con estos dos títulos, y en mi caso con otro más, Circo de los Malditos, el tercer título de Anita Blake Cazavampiros y del que me temo no os vais a librar de mi comentario. Leído están los tres (he tardado más en escribir los post que en papeármelos) y aun a riesgo de parecer algo monotemático dado todo lo que últimamente aparece por El Desagüe de este señor, hoy voy a comentaros Día de perros; simplemente por seguir el mismo orden de lectura.

Del estilo de David Jasso ya he hablado con anterioridad, un terror muy de andar por casa, de situaciones cotidianas que acaban torciéndose desencadenando un verdadero suplicio para sus protagonistas, de como algo casi inimaginable tiene cabida dentro de una realidad tan absoluta. En La Silla nos presentó a un escritor que para reflejar como se sentía el personaje de su obra cuando era atado a una silla, él hacía lo propio sin esperar la debacle que iba a sufrir su vida en tan inocente experiencia. En Cazador de mentiras su estilo sufre un ligero cambio de registro al notarse la mano de Eximeno, pero no dejan de ser situaciones que bien pueden darse hoy en día que acaban en tragedia; eso sí, en este caso posee el toque sobrenatural de que el Hombre del Saco es el protagonista.
Con su tercera novela David vuelve a lo que más le va, la situación que se les va de las manos a sus protagonistas. Unos chavales, de comportamiento no precisamente ideal pero en absoluto delincuentes, que un caluroso día de verano cometen la gamberrada de “extraviar” a un perro del parque para luego cobrar la segura recompensa que sus dueños ofrecerán a quien lo encuentre. Una travesura que se empieza a complicar y que en las pocas horas en que se desarrolla la trama todo les va empujando hacia un inesperado desenlace.

Hay que alabar a David Jasso porque con una situación tan “normal” ha sabido aplicarle su buen hacer y dotarle de cierta emoción, algo parecido a lo que ocurriera con La Silla. Pero al igual que con ésta, la aventura a mi gusto no da para mucho más, pasando de lo que pudiera ser una aventura de intriga a una novela social donde se refleja tanto el sentir como el comportamiento de sus jóvenes protagonistas. Por ello quien la lea que no espere lo que encontró en Cazador de mentiras, ni siquiera en La Silla, pues es un registro más bien diferente que entiendo no acaba de cuadrar en el género de terror, aunque tampoco creo que David pretendiera tal cosa.
Por otro lado es tan dinámica y de tan rápida lectura que no se hace para nada pesada (al lenguaje coloquial carente de florituras hay que sumarle una edición con un tamaño idóneo de letra). Así que otra cosa no será, pero teniendo en cuenta el contacto que tiene David con la gente joven (trabaja con ellos en talleres creativos y literarios) y lo bien que se le da utilizar la trama para crear tensión, si deseas saber cómo será la juventud dentro de un par de años y no te gusta pasar miedo leyendo, este es tu libro.
Para mí, que me va más lo sobrenatural y la casquería, me sigo quedando con Cazador de mentiras de los tres que ha publicado hasta ahora. Pero esto no ha hecho mas que empezar, y estoy seguro que David Jasso ya está haciendo girar los correosos engranajes de su cerebro buscando la manera de sorprendernos y acojonarnos en su futura novela.