Un lugar de peregrinaje
Hace unos meses el conocimiento de una existencia me llegó por dos lados, y se trataba de una noticia tan sorprendente como excitante.
Todo empezó por un post en la blog-web de webonauta. En un post se hacía una gran recopilación de estatuas, a cual más curiosa, esparcidas por todo el mundo, un gran repertorio del que destacó una no sólo por ser la que era sino por encontrarse donde lo hacía, algo que no me podía llegar a creer. Tras hacer una serie de pesquisas del tipo: “Oye, ¿a ti te suena que…?” un amiguete me mandó otro par de fotos y la dirección de un blog en el que se hablaba de ello; definitivamente parecía que aquella estatua existía y se encontraba al alcance de un simple viaje a Tarragona. Aun así me parecía tan increíble que desconfiaba, ¿podía tratarse de una coña bien montada que transcendió a la broma y ahora era una especie de leyenda fantasma? Había que averiguarlo, y cuanto antes mejor, por eso el puente-acueducto a primeros de mayo era el idóneo para tal misión.
Nos alojamos en Reus, en un hotel de esos que reservándolo por Internet te sale bastante económico pese a ser de tres estrellas; el domingo llegamos, así que el lunes pasó a ser el día elegido.
A la mañana siguiente, cargados de ánimos y con mucha paciencia ante la posibilidad de perdernos en el camino, partimos desde Reus por la C14 dirección Montblanc y a mitad del camino, a la altura de Alcover, nos desviamos por la C37 hacia Valls; hasta ahí todo bien pese a despistarnos un poco en la glorieta de salida y hacer algunos kilómetros de más. Al cruzar Valls otra rotonda engañosa nos enfocó hacia El Pla de Santa María; un pequeño despiste en un polígono industrial nos confirmó que, o bien éramos unos negados o los carteles eran confusos o inexistentes. Pasando El Pla continuamos por la C37 hacia El Pont D’Armentera, donde a mitad de camino se encontraba nuestro tesoro buscado, al menos en teoría.
Como esperábamos encontramos el desvío hacia Els mas del plata, nombre de la urbanización donde se debía encontrar nuestro objetivo. Pese a no tener las calles asfaltadas de abandonada, como se ha dicho por ahí, no tiene nada. Aquello era inmenso y en apariencia iba en aumento; el hecho de que cada casa fuese de su padre y de su madre daba una falsa sensación de batiburrillo, pero eso sí, menudos chalecitos vimos. Tras volver a despistarnos en un camino que nos metía en pleno bosque decidimos cruzar la urbanización mientras rezábamos para que todo no fuera una coña… En este punto debo decir que tanto los esquemas y planos del camino que sacamos por Internet se quedaron en Madrid; ejem, un pequeño fallo.
Entonces, cuando seguimos urbanización adelante, allí, a nuestra derecha, al final de un pequeño camino y en pleno descampado, vimos de repente surgir la estatua de Mazinger Z que estábamos buscando y por la que tantos kilómetros nos habíamos hecho; sin lugar a duda era el lugar de peregrinaje adecuado para todo friki, otaku o robotijero que se precie.
¿Pero qué hace un Mazinger en medio de un sitio así? Desde luego no es lo habitual, y menos uno a un tamaño casi real, pero su explicación tiene su origen en unos avispados promotores inmobiliarios. Todo es de oídas y de leer explicaciones en distintos blogs. Parece que en los setenta los promotores de esta urbanización tuvieron la genial idea de atraer a los compradores a través de sus pequeños, creando para ello distintas figuras en fibra de vidrio que representaban los dibujos más exitosos de la época, y mientras intentaban vender la parcelita de turno los peques jugaban y se entretenían con ellas. Pese a la idea la urbanización no fraguó entonces y quedó algo olvidada. Además, un fatal accidente en el que se cayó un niño por el interior del Mazinger (era visitable y la boca hacía las funciones de mirador, ahora la entrada está tapiada) puede que tuviese algo que ver con el fracaso, aunque esto es ya una suposición mía.
El caso es que desde entonces está allí para regocijo de todos los que disfrutamos con sus aventuras, dando la bienvenida a todo aquel que quiera ir a visitarlo, recibiéndole con una pose que, aunque estática, le llena de movilidad, devolviéndonos a aquella época ya olvidada mediante un realismo sin igual… ¡Joder, un Mazinger Z a tamaño casi real! ¡La leche!
Lo disfrutamos durante un buen rato. El sol, las inclemencias del tiempo, su longeva vida, los gamberros…, todo ello ha mermado su carcasa exterior, su aspecto. Una simple ilusión, pues él sigue ahí, manteniéndose igual de firme que hace treinta años, cuando retaba con su simple presencia a las bestias mecánicas del doctor Infierno, del Barón Ashler y del misterioso Conde Broken.
En fin, os podéis imaginar: vídeo, fotos, más fotos… Hasta la inesperada visita de Orfideón no pudo faltar para que el recuerdo visual fuese completo.
Ahora la urbanización está en auge, avanza de forma veloz devorando todo espacio a su paso. Así que no me extrañaría que cuando asfalten las calles este lugar de peregrinación peligrase, aquello es privado y puede que decidan poner en la entrada, sólo para paso de residentes, algún control de acceso o alguna barrera…
Aunque eso da igual, porque para él nunca llegaron a existir éstas.
4 Comentarios:
Si, señor, con dos ...ooones.... hacerse un viaje totalmente friki para ver a nuestro Mazinger de toda la vida...genial!!
Muy buenas las fotos como siempre y espectacular la aparición estelar de Orfideón en el sitio en cuestión.
Esa foto de Orfi y Mazinguer vale un potosí!
Besos y me alegro de que lo pasarais tan bien!
Sí, la verdad es que sabe a poco sólo estar un ratito allí después de tanto trajín, pero es lo que tiene... ¡Y como no te lo dejan llevar a casa! Pues eso.
La verdad es que la aparición por allí del Orfi es todo un punto ¡Mazinger y Orfideón juntos! Esa foto creo que la sacaré en papel y la colgaré junto a las de Pedro Duque, López Alegría y Guillermo del Toro.
Un besote.
Y si nos dejan, ¿como pensabas llevartelo? deja, mejor no cojas ideas ;)
¡Uy, y lo bonito que quedaría en el patio!
Nada, nada, el transporte no es excusa, se despieza con cuidadín, se alquilan dieciocho furgonetas, algún helicóptero para las piezas más grandes... y en un par de semanitas en casa, haciendo compañía a las tortugas :-))
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