Al final de la cuerda

“Hoy vuelvo a pensar con cierta claridad.
Me doy cuenta de la suerte que tienen aquellos a los que este simple hecho les resulte algo trivial en su vida, pero para mí no lo es en absoluto. Ahora mi cerebro parece estar limpio, aunque no lo esté, y no se rige por las caprichosas normas de la medicación; las restricciones han desaparecido y el oasis abierto ante mí me brinda la oportunidad de disfrutar del día de hoy.
No es algo que vaya a durar mucho, eso lo sé, me lo dice la experiencia; pero no por ello pierdo la ilusión cuando veo un rayo de esperanza en la oscuridad. Sé por que lo han hecho, de nuevo quieren que se lo explique, que les cuente lo que pasó, que les repita mi versión de los hechos como si eso sirviese ahora de algo… ¿Qué les puedo decir que no les haya dicho ya?, ¿qué les puedo decir que no sea la verdad? Pensar en esto es lo que menos me conviene ahora. Debería aprovechar estos instantes de lucidez para poner fin de una vez por todas, pero volverá a pasar; la oportunidad se desvanecerá entre las correas que me sujetan, las mismas que no me dejan ser libre, que me retienen en esta celda que es mi cuerpo, en esta cárcel que es mi vida.”

Así comienza “Al final de la cuerda”, el relato breve que surgió tras leer un post de La Burbuja y en cuya historia ahí contada se basa.
Ha sido curioso escribirlo, por extraño que parezca no tiene que ver ni con el fantástico, ni con la ciencia ficción, ni con el terror. Sólo había escrito así uno antes, fue hace unos ocho años para presentarlo a un concurso que anualmente celebran en donde trabajo. Así que he aprovechado las coincidencias de las fechas para hacer lo mismo con éste… eso sí, con el mismo resultado; nada de nada.
Si queréis echarle una visual y os atrevéis a leerlo sin quedaros dormidos, aquí podéis hacerlo; aunque es serio y su tema es algo peliagudo, como autor del mismo sólo espero que lo disfrutéis.