jueves, abril 06, 2006

Cruce de caminos

Pienso en lo curioso que resultan algunas cosas, sobre todo esas interesantes coincidencias que hacen que, por ejemplo, este post pueda hoy ver la luz.
El pasado martes por la tarde tuvimos que elegir entre dos planes bien diferentes e incompatibles entre sí. Por un lado nos apremiaba la necesidad de no demorar más la compra de una serie de regalos para los cumpleaños de tres de nuestros sobrinos. Puede que fuese por una coincidencia de la vida, por una cuestión matemática, o porque cuando llega el calorcito del verano parece que apetece más, el caso es que tales cumpleaños nos caen bien seguiditos (29 y 31 de Marzo, y 6 de Abril, hoy), si le sumamos el hecho de que este fin de semana es más que probable que los veamos, la consecuencia es una serie de “peticiones” específicas que sus tíos malcriadores debían atender. Nos esperaban distintas jugueterías y centros comerciales para encontrar esos regalos que iluminen las caras de ángel de ellas, y la de diablillo asalvajado de él.
La otra jugada sobre la mesa era asistir a la pequeña presentación que Christina Rosenvinge haría de su nuevo disco Continental 62 en el auditorio de la Fnac de Callao. A Sonia le gustan algunas de sus canciones de siempre, y por lo tanto le apetecía bastante ir. Pero el hecho de que su nuevo disco sea mayoritariamente en inglés, y que los sobrinos pasen a tener nuestra preferencia, inclinó la balanza hacia la primera opción y decidimos tragarnos el atasco de las siete y media de la tarde en la N-5 para ir al Toys”r”us de Alcorcón, esperando solventar así nuestros problemas. La noche se saldó con dos de los tres sobrinos resueltos, una pasta gansa gastada, y un post que hacía referencia a cierta anécdota relegado al olvido por no asistir a tal presentación. Así habría terminado la cosa si no fuese porque ayer recibí un e-mail algo inesperado… y eso hizo que me decidiese a escribirlo.
La noticia de la presentación de Christina me trajo a la memoria aquella vez que hablé con ella. Una situación corriente y repetitiva que se volvió anecdótico por el nombre de sus dos protagonistas. Eran otros tiempos, debía de tener veintipocos años y a menudo salía con un buen amigo en plan solteros, a pasarlo bien, bailar y ligar algo si se terciaba. Por aquella época mi roll era de esbozo de fotógrafo frustrado; en realidad la frustración llegaría más tarde. Pero como profesional de la fotografía dejaba mucho que desear. Varios books a jóvenes aspirantes a modelo y algún que otro concierto no representaba el mejor currículo, sobre todo si tenemos en cuenta mi falta total y absoluta de ingresos por aquellas fotos. De los conciertos sólo saqué un buen repertorio de actuaciones gratuitas pues no vendí ni una sola toma, de las chicas monas sólo recibí el placer que proporcionaba el fotografiarlas; ellas posaban ante mi objetivo y a cambio yo les proporcionaba esas fotos que tanto necesitaban para empezar su carrera. No sé si a ellas les valió de algo esta relación simbiótica, a mí lo único que me aportó fue un montoncito de fotos de chicas monas. Con el tiempo he visto a alguna salir en anuncios de la tele, pero creo que ninguna logró su sueño tal como se lo habían planteado en un principio.
Este amigo y compañero de juergas, que no diré su nombre pero que todos los que me acompañaron en aquella época saben quién es, consiguió un par de invitaciones para la presentación en la discoteca Pachá de un álbum especial de Miguel Ríos. Por supuesto ese día no existió más plan para nosotros que el de vernos rodeado por gente VIP del espectáculo. Allí disfrutamos del concierto, allí bailamos, bebimos (tenía esa edad en que los tequilas, las cervecitas, y las películas estomacales de batido de chocolate eran comunes en mis fines de semana), intentamos ligar, etc.; en definitiva, lo pasamos bien.
Cuando acababa la noche fue cuando la vi.
Ella estaba tomando “algo” apoyada en la barra, de cháchara tranquila con alguien que acababa de despuntar en esto del mundo musical, Alejandro Sanz. Claro, si yo no hubiese estado chisposillo posiblemente allí hubiese acabado nuestra noche. Pero ante el aliento y empuje casi físico de mi amiguete, me enderecé como pude y me dirigí directamente hacia nuestra amiga Rosenvinge.
- Oye, perdona, ¿puedo hablar contigo un momento? –les interrumpí vilmente y sin reparo alguno.
- ¿Hablar conmigo? –preguntó ella extrañada.
- Sí, es sólo un momento –dije esta vez mirando a Alejandro Sanz.
- Mientras no habléis de sexo… - dijo él brillantemente.
- Mira –le dije ya a ella, supongo que con la lengua medio trabada-, es que soy fotógrafo ¿sabes? Y quisiera hacerte unas fotos…
- Es que tengo mi propio fotógrafo particular y bla, bla…, bla…
La conversación fue bastante breve, y con una elegante excusa zanjó el tema y se quitó a un pesado de encima; a mí, no al Alejandrito.
No recuerdo al día de hoy si le di una tarjeta o por el contrario le apunté mi número en una servilleta de la manera más profesional, el caso es que mi amigo y yo tuvimos tema de conversación y de risas a mi costa durante una temporadita, recordando de vez en cuando la primera vez que el camino de los tres se cruzaron.
Ayer, en el momento en que recibí su correo, fue el segundo.
Si estuviésemos manteniendo una correspondencia de forma habitual, no habría que encontrarle la casualidad. Pero desde que tengo correo en el trabajo, el de ayer pudo ser fácilmente el primero en cuatro o cinco años, justo cuando el recuerdo de aquella noche se había refrescado en mi mente… y eso sí es una coincidencia.
De aquella anecdótica noche me quedo con un par de cosas. La primera la frase de Alejandro Sanz… mientras no habléis de sexo… Ahí estuvo sembrao. La segunda cosa con la que me quedo es con mi amigo, con ese recuerdo revivido de muchas juergas juntos. Ya lo sabía, pero me reafirmo en la clara convicción de que por muchos años que pasen, a pesar de que nuestras circunstancias y costumbres nos distancien cada vez más y estemos largo tiempo sin saber unos de los otros, sigo queriendo a esos amigos con los que disfruté mi juventud, y siento alegría cada vez que recibo noticias de ellos.
Y de Christina Rosenvinge sólo me queda decir que si hubiese aceptado no se habría perdido una sesión de fotos cojonuda.

8 Comentarios:

At 06 abril, 2006 08:44, Anonymous Anónimo dijo...

¡Ostrás, lo que te tenías guardadito en la manga! No sabía nada de esto, ni que eras un fotógrafo frustrado (aunque mira que no me extraña, que tú has hecho un poco de todo), ni que habías conocido a famosines.

Joer, y decías que no tenías grandes cosas que contar. ¡Serás...! Me parece que voy a pasar momentos más, mucho más interesantes de lo que creí (y mira que desde que abriste el chiringuito no lo dudé).

En cuanto a las coincidencias... a mí de esas me pasan a puñados, y moooooooolaaaaaaaaaan. Te dejan pensativo, descolocado, pero molan.

Y me alegro que haya tenido lugar ese reencuentro. Lo de tener amistades a las que no necesitas cuidar tanto, pero luegro siempre terminan estando ahí, está genial. (Esas amistades dan muchas alegrías)

De nuevo enhorabuena por el blog!! (Qué alegrón, madre)

 
At 06 abril, 2006 11:01, Blogger Orfideon dijo...

Lo de fotógrafo fue una vocación frustrada. Siempre he tenido más tendencia artística que literaria, y eso de la camarita era una buena manera de expresión... También hay que especificar mis inclinaciones; foto de moda, publicidad y eventos... Vamos, que tonto no era. La falta de un pequeño plató, imposible de conseguir por aquel entonces, fue lo que más echó al traste mi "carrera" como fotógrafo.
Estoy contigo, las coincidencias son muy curiosas, te hacen pensar y buscas razones para que haya ocurrido, incluso a veces las acabas encontrando.
Lo del amiguete no es que haya sido un reencuentro exactamente, pues nunca hemos perdido el contacto vía teléfono, aunque eso sí, de forma poco frecuente últimamente. Pero eso tiene solución ;-))

 
At 06 abril, 2006 18:57, Anonymous Anónimo dijo...

A mi también me ha gustao mucho el escrito (Post?) y casi, casi, si me esfuerzo un poco, teniendo en cuenta que mi mente resetea continuamente y muchas veces son las personas que me rodean las que recuperan mi memoria perdida, si hago el esfuerzo digo, recuerdo cuando me comentaste la anécdota de la Rosenvinge.

Evidentemente, también me acuerdo de la época de los chupitos y de alguna otra pota ;-)

Pero lo que más me llama la atención de todo lo que cuentas, querido Orfe, es el porqué de no revelar la identidad de tu recuperado ( o mejor dicho, reconectado) amigo.

Me mata la curiosidad.

Una pista?

 
At 07 abril, 2006 08:28, Blogger Orfideon dijo...

No se trata de ningún misterio, y el post se puede entender perfectamente sin decir su nombre. Si yo decido contar anécdotas de mi vida y lanzarlas a la red, soy consciente de que te puede leer cualquiera, por eso tampoco es bueno dar muchos datos personales; cuenta, pero con cabeza. Tú por ejemplo, te refugias detrás de Edén, yo de Orfideón, los que me conocéis sabéis quien soy, pero quien simplemente se pase por aquí por casualidad no tiene necesidad de saberlo.
Quizá a él no le hubiese importado ver su nombre en el post, pero he considerado mejor preservar su identidad... De todas formas casi todos debéis saber de quién se trata, así que repito, no es ningún misterio.

 
At 07 abril, 2006 08:50, Anonymous Anónimo dijo...

Comprendemos, oooh, amo. XDDDDDDDDD

 
At 07 abril, 2006 15:11, Anonymous Anónimo dijo...

Pues claro que se puede comprender con toda claridad el post, la cuestión no era esa.

La decisión de revelar o no su identidad es solo tuya desde luego, pero igual que has pensado que le podía "no gustar" pues igual, le hubiera molado un pequeño momento de gloria.

Me parece bien la protección de datos personales (teléfonos, direcciones, correos...) pero quién carajos que no os conozca a ti y a vuestro mundo va a conocer a fulanito de tal o a menganito?

Exagerao como buen andaluz!

Que sepas que nunca me he refugiado tras un nick, los nombres solo son para dar un poco de misterio o magia a todo este enredo.

Detrás del nick, la careta o el disfraz, está la persona y aunque siempre elegimos a quien revelamos nuestra identidad, yo desde el momento que participo en algo con gente (la conozca o no) asumo el pequeño riesgo de que, en un momento dado, alguien me conozca o de darme yo misma a conocer.

Buen fin de semana a todos.

 
At 08 abril, 2006 02:52, Blogger Orfideon dijo...

Mira Eden, si el hombre en cuestión desea su momentito de gloria, que tome cartas en el asunto y mande su comentario revelando al mundo entero su identidad, así todos sabrán quien es y lo que es más importante, habré ganado un parroquiano más.
¿Que lo del nick es para darle misterio al asunto? ¿Que cuando participas en algo con gente asumes el riesgo de que te conozcan? Y quien ha dicho que una cosa excluya la otra. El nick puede hacer ambas funciones, la de preservar y la de estimular, y está claro que yo puedo asumir que quien entre me conozca si no lo ha hecho ya, pero ese riesgo lo asumo yo, que soy quien participa, y no se lo enmarrono a alguien que sin comerlo ni beberlo ha aparecido en el post de un amigo.
Por cierto Edén, tu NICK te viene al pelo, lo digo por aquello de la serpiente y la manzana...
Un beso; pero tranqui, que no es el de Judas...

 
At 10 abril, 2006 17:57, Anonymous Anónimo dijo...

Jajajajajajaja....Ahí has estao fino, orfi, hay que reconocerlo.

Buena respuesta.

Ciaoooooooo

 

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